Las autoridades estadounidenses afirman que piratas informáticos vinculados al Gobierno chino son los responsables de las brechas de seguridad selectivas contra agencias y empresas de telecomunicaciones estadounidenses.
El Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha sido el último en sufrir un ataque informático, y sus responsables han revelado que los ciberdelincuentes pudieron acceder a los puestos de trabajo del personal y a algunos documentos no clasificados.
China ha negado toda implicación, y ahora la brecha considerada "incidente grave" se sitúa al lado de varios otros ataques recientes dirigidos a Estados Unidos.
El hackeo del Departamento del Tesoro salió a la luz poco después del anuncio, a finales de octubre de 2024, de que dos importantes campañas presidenciales estadounidenses habían sido blanco de grupos de ciberdelincuentes.
Las campañas dirigidas a la Casa Blanca fueron realizadas por "actores afiliados a la República Popular China", según la Cisa (Agencia de Ciberseguridad y Seguridad de las Infraestructuras) y el FBI.
Anteriormente, en septiembre, se informó de que al menos nueve empresas de telecomunicaciones de renombre, entre ellas Verizon y AT&T, habían sido pirateadas.
Siete ciudadanos chinos, que se cree que tenían como objetivo empresas, políticos y críticos con China, también fueron acusados de dirigir una campaña de piratería informática a principios de marzo, vinculada a las operaciones Judgement Panda y Zirconium.
¿Quiénes son los hackers?
Según las autoridades estadounidenses, las campañas de pirateo parecen haber sido orquestadas por una serie de grupos chinos vinculados al Estado.
El famoso grupo de piratas informáticos Salt Typhoon, que también recibe otros nombres como Ghost Emperor, ha sido acusado de ser el responsable de la brecha en las telecomunicaciones.
Mientras tanto, se dice que otro grupo, Volt Typhoon, ha vulnerado la seguridad de organizaciones de infraestructuras críticas para infligir posibles daños disruptivos.
Muchos de los ciberataques más recientes se han dirigido a políticos de alto nivel -como el Presidente electo Donald Trump, cuyo teléfono inteligente fue blanco de un ataque- con el fin de obtener información relacionada con el Estado.
Otras figuras de la escena mundial, como el vicepresidente electo JD Vance, también fueron objeto de ataques, junto con el equipo de personal que trabaja para la campaña de la vicepresidenta Kamala Harris.
Además, es posible que millones de clientes estadounidenses de las empresas de telecomunicaciones afectadas hayan visto comprometidos sus datos como consecuencia de los nueve ciberataques confirmados.
Funcionarios estadounidenses han expresado su preocupación por el bombardeo cibernético del año pasado, y el demócrata Mark Warner calificó las actividades del grupo Salt Typhoon como "el peor hackeo de telecomunicaciones de la historia de nuestra nación".
Por su parte, el director del FBI, Christopher Wray, expresó la misma preocupación, afirmando que el ataque del grupo de piratas informáticos era la "campaña de ciberespionaje más importante" de China hasta la fecha.
Richard Forno, Subdirector del Instituto de Ciberseguridad de la Universidad de Maryland, en el condado de Baltimore, cree que es probable que los ataques se planearan con años de antelación.
"China tradicionalmente adopta una visión muy a largo plazo y estratégica de cómo llevan a cabo su espionaje e inteligencia", declaró Forno. "Estados Unidos tiende a ser mucho más reactivo y a interesarse mucho más por los resultados inmediatos y visibles".
¿Cómo ha respondido China?
Durante una rueda de prensa, el ministro de Asuntos Exteriores chino, Mao Ning, afirmó que las acusaciones "carecen de pruebas" y son "infundadas".
"EE.UU. tiene que dejar de utilizar la ciberseguridad para difamar y calumniar a China", dijo también un portavoz chino en un comunicado, "y dejar de difundir todo tipo de desinformación sobre las supuestas amenazas chinas de piratería informática."